Zsófi, pastelera de 42 años, ha vivido marcada por un trastorno alimentario desde su juventud. Comentarios negativos sobre su cuerpo y abusos sexuales en la infancia le dejaron cicatrices profundas. En la adultez, su familia no apoyó su vocación artística y fue víctima de nuevos abusos. A pesar de sus esfuerzos por sanar, su historia muestra cómo los traumas y la falta de aceptación pueden influir en la autoestima y dificultar la recuperación.