top of page
Buscar

1ª Entrevista – Eszti: ortorexia, anorexia y atracones. La ayuda familiar y profesional, aunque llegue tarde, es valiosa; pero nuestras decisiones conscientes a menudo resultan aún más determinantes

  • Foto del escritor: Holicza Róbert
    Holicza Róbert
  • hace 16 horas
  • 17 Min. de lectura

Actualizado: 21 de julio de 2024



Recomendación


La primera parte de nuestra nueva serie de entrevistas presenta la historia de Eszti, una joven de 21 años, que ofrece una visión conmovedora e inspiradora de su lucha contra los trastornos alimentarios. Su etapa difícil comenzó a los 14 años, marcada por síntomas de ortorexia, anorexia nerviosa y posteriormente episodios de atracones, que definieron los años siguientes. Los años de instituto, que para muchos son la época más hermosa de sus vidas, transcurrieron bajo la sombra de los trastornos alimentarios. Eszti habla sinceramente sobre las dietas estrictas, su obsesión por el deporte y la presión social que dañó su autoestima, factores que probablemente contribuyeron al desarrollo de los trastornos. Sin embargo, su historia no solo trata de lucha: con el apoyo de sus amigos, su familia y su propia voluntad, logró encontrar la salida de estas dificultades. Esta entrevista no es solo una historia personal, sino también una llamada de atención sobre la importancia de un entorno de apoyo y de una adecuada ayuda profesional para superar los trastornos alimentarios.



Entrevista con Eszti


Este caso trata sobre una joven de 21 años, Eszti, quien logró superar sus trastornos alimentarios. A los 14 años, padeció durante dos años y medio ortorexia[1], seguida de un año de anorexia nerviosa y finalmente un año de atracones. A los 18 años, logró salir de este círculo vicioso, aunque sus años de instituto, los que deberían ser los más hermosos de la adolescencia, quedaron completamente consumidos por estas dificultades.


Volviendo al pasado, contó que sus padres esperaban mucho de ella y que, desde muy pequeña, la sometieron a dietas estrictas porque era una niña algo más rellenita, y toda su infancia estuvo acompañada de dietas. Sin embargo, las dietas, por razones desconocidas, no lograron ni la pérdida de peso deseada ni un crecimiento y estabilización de su peso corporal acorde a su edad. Se sucedían períodos de aumento y pérdida de peso.


Durante la fase de ortorexia practicaba animación con pompones, corría, asistía a clases de TRX y además entrenaba en casa. A pesar del ejercicio extremo, la mayor parte de sus días la ocupaba pensando en qué comer para "mantenerse en forma". Sin embargo, nunca estaba satisfecha con su apariencia. En esa época, toda su vida giraba en torno al ejercicio y a lo que creía que era una alimentación saludable. Llevó esto a tal extremo que quería eliminar hasta la última gota de grasa de su cuerpo (es importante saber que esto, además de ser imposible, es incompatible con la vida).


Además, Eszti tuvo una etapa en la que no podía hacer ejercicio debido a una incipiente hernia discal, a la que todavía hoy debe prestar atención. Durante la prohibición de hacer ejercicio, desarrolló anorexia, ya que quería mantenerse en forma y lo intentó lograr mediante el ayuno.


Sus atracones comenzaron justo antes de los exámenes finales de bachillerato. Le pregunté qué creía que lo había causado: “Simplemente, mi cuerpo estaba agotado por el constante ejercicio y el ayuno” – respondió.


Como en la mayoría de los casos, en Eszti también se puede relacionar el desarrollo de los trastornos alimentarios con el acoso y las burlas constantes. A veces, quienes más cercanos están a nosotros pueden causar el mayor daño, y no fue diferente en su caso. También recibió críticas de sus amigos de entonces y, al principio, su familia tampoco lo tomó en serio.


¿Cómo logró superar todo esto? También le hice esa pregunta. Aunque parece contradictorio leyendo las líneas anteriores, para mi sorpresa esta fue su respuesta: “Mis amigos me brindaron un enorme apoyo y mi familia también me ayudó en todo lo que pudo”.


Ha visitado varios especialistas, pero debido a su propia voluntad no les hacía caso. Durante la fase de anorexia estuvo una semana ingresada en psiquiatría, donde solo comía para que la dejaran volver a casa lo antes posible. Prometió que cumpliría con todo lo que le pedían, pero solo lo decía para no tener que hablar con los especialistas. Durante la etapa de los atracones también acudió a un psiquiatra y a un psicólogo, pero lloraba durante toda la consulta y sentía que aquello no le ayudaba, así que dejó de ir. Fue una dietista quien la ayudó en la época de los atracones, elaborándole una dieta de adelgazamiento equilibrada. Además de seguir un plan alimenticio fijo, tuvo que tomar la decisión mental de poner fin a esta situación.


Muchas veces quienes luchan contra los trastornos alimentarios no son conscientes de que lo que hacen no es saludable y solo reaccionan cuando aparecen síntomas físicos que pueden acarrear consecuencias a largo plazo. En el caso de Eszti, ella siempre fue consciente de que esto no era bueno para su cuerpo. El punto de inflexión llegó cuando ya no podía salir a la calle sin sentirse mal consigo misma.


A la pregunta de cuánto le afectan hoy en día las experiencias vividas, me dio la siguiente respuesta: “Puedo decir con valentía que en absoluto. No siento culpa si he comido más o si no he podido hacer deporte. Ya no siento ninguna emoción negativa si como algo que antes estaba prohibido en mi estricta dieta”.


[1] (Esfuerzo exagerado por llevar una alimentación y un estilo de vida saludables)





Evaluación desde el punto de vista psicológico



Como se puede observar en el caso de Eszter, las burlas y los comentarios sobre su físico también contribuyeron al desarrollo del trastorno alimentario. Las adolescentes, debido a las características propias de esta etapa de la vida, son especialmente sensibles a los comentarios sobre su cuerpo, ya que durante este periodo la aceptación de los cambios físicos constituye una crisis normativa que de por sí ya resulta difícil de afrontar. El ideal de belleza actual y las redes sociales también transmiten a los jóvenes el mensaje de que un cuerpo delgado tiene más valor, haciendo que ellos mismos sientan que, si adelgazan o se vuelven más musculosos, serán más valiosos y más dignos de ser amados, logrando así la aprobación de sus compañeros, algo que es un deseo especialmente importante en esta etapa vital. Los deportistas representan un grupo de riesgo destacado en cuanto al desarrollo de trastornos alimentarios, ya que desde la infancia enfrentan expectativas respecto a su cuerpo y constitución física. De la historia de Eszter se desprende que ya desde pequeña era perfeccionista, un rasgo de personalidad que puede predisponer al desarrollo de trastornos alimentarios. A esto se sumaron las burlas y las dietas iniciadas desde la infancia.


La ortorexia todavía no es una categoría diagnóstica oficial, pero cada vez más estudios investigan este fenómeno, también conocido como adicción a la comida saludable. En este caso, no es la alteración de la imagen corporal lo que predomina, sino el desplazamiento de los hábitos alimenticios, donde las personas afectadas están dispuestas a comer únicamente aquellos alimentos que consideran saludables, casi a un nivel compulsivo. Además, Eszti también mostró síntomas de adicción al ejercicio, ya que dedicaba varias horas al día a entrenar y trataba de reducir al máximo su porcentaje de grasa corporal. Los distintos trastornos alimentarios y los problemas relacionados con la alimentación y la imagen corporal pueden a menudo transformarse unos en otros, como se observó en el caso de Eszti. Sin duda, se puede ver que durante cuatro años su día a día, sus emociones y pensamientos estuvieron profundamente marcados por la preocupación constante por su imagen corporal y la alimentación.


En el caso de Eszter podemos hablar de la forma clínica de anorexia, ya que debido a su índice de masa corporal extremadamente bajo requirió atención hospitalaria. Sin embargo, también se observa en su historia que ya antes de la pérdida de peso significativa, en la forma de ortorexia, presentaba síntomas que apuntaban hacia los trastornos alimentarios; a estos estados los llamamos, según su gravedad, trastorno alimentario subclínico o alteraciones de la conducta alimentaria. Las formas subclínicas, debido a un peso corporal aparentemente normal, a menudo permanecen ocultas, aunque afectan considerablemente la vida de las personas, provocando disminución de la autoestima, deterioro de las relaciones sociales, reducción del rendimiento, y frecuentemente se asocian a otros trastornos mentales, además de conllevar el riesgo de evolucionar hacia trastornos alimentarios clínicos, cuyas formas más graves requieren hospitalización, tal como ocurrió en el caso de Eszter. Si detectamos síntomas de este tipo en personas de nuestro entorno, es recomendable ayudarles a acudir a un especialista adecuado, para así prevenir el desarrollo de formas más graves.


En la vida de Eszti, el examen de bachillerato representó un nuevo desafío, momento en el que surgió un nuevo cambio de síntomas, apareciendo los atracones. Los atracones se caracterizan porque la persona consume una gran cantidad de alimentos en poco tiempo, sintiendo que no puede controlar ni la calidad ni la cantidad de lo que ingiere. Como ella misma explicó, estaba agotada de todo lo vivido hasta entonces, probablemente ya no soportaba el constante control, lo cual derivó en los atracones, un estado de pérdida significativa del control; sin embargo, puede verse que sus problemas seguían girando en torno a la alimentación. A los episodios recurrentes de atracones los denominamos trastorno por atracón (binge eating disorder), aunque también existe un subtipo de anorexia en el que pueden presentarse atracones, y probablemente era este último el caso de Eszti.


Un síntoma importante de los trastornos alimentarios es que las personas no tienen conciencia de enfermedad; piensan que su comportamiento alimentario y su estilo de vida son completamente normales. Según contó Eszti, ella siempre fue consciente de que lo que hacía no era saludable, pero aun así rechazaba la ayuda terapéutica, no colaboraba. Es probable que, aunque a nivel cognitivo reconociera que su estilo de vida no era sano, a nivel emocional no tuviera una verdadera conciencia de enfermedad. Como el tratamiento de los trastornos alimentarios requiere conocimientos especializados, es importante que el paciente sea atendido por un psicólogo o psiquiatra que sepa cómo abordar adecuadamente a estos jóvenes, comprenda sus motivaciones, y así pueda favorecer la cooperación y el desarrollo de la conciencia de enfermedad. Aunque Eszti no recurrió a una ayuda terapéutica a largo plazo, debería seguir vigilándose a sí misma, y en caso de sentir que los síntomas vuelven a aparecer, buscar el apoyo de un psicólogo y de un dietista especializados en trastornos alimentarios. Resolver los problemas psicológicos subyacentes a los trastornos alimentarios generalmente requiere un proceso terapéutico prolongado y un trabajo de autoconocimiento.


En este tipo de trastornos, la aceptación y el apoyo familiar son de especial importancia. Como relató Eszti, aunque al principio no la tomaron en serio, con el tiempo entendieron que necesitaba apoyo en esta situación. En estos casos, la terapia familiar también puede ser de gran ayuda para que los miembros de la familia se comprendan mejor y puedan crear un entorno de apoyo mutuo.





Evaluación desde el punto de vista dietético y nutricional



En el caso de Eszter, como vemos, fue clave el apoyo de los amigos y de la familia que la rodeaban. Este apoyo, combinado con la participación de profesionales especializados en nutrición y psicología, puede aumentar significativamente las posibilidades de afrontamiento y de avance rápido hacia un estado de salud en pacientes en situaciones similares a la de Eszter. Un entorno social de apoyo y, subrayo, colaborativo con los profesionales, es fundamental. La terapia cognitivo-conductual llevada de manera previa y/o paralela también puede ser uno de los métodos más eficaces para tomar conciencia de los factores causales y promover prácticas alimentarias saludables.

En dicha terapia no solo es útil y necesario construir un nuevo sistema de hábitos a nivel teórico y verbal, sino que también es crucial abordar de forma directa las interacciones reales con los alimentos, contextualizándolas en su vida cotidiana. Por ejemplo, mediante la participación en situaciones reales de compra de alimentos, preparación, cocinado y consumo de comida, siempre con el acompañamiento profesional adecuado.


Si quisiera ayudar a Eszti desde el punto de vista nutricional, comenzaría intentando analizar los acontecimientos en su contexto actual. Por ejemplo, en la fase de ortorexia, revisaría con los padres afectados, antes de poner a dieta a su hijo con toda la buena voluntad que presupongo, qué método y actitud sería conveniente adoptar para que el niño no se convierta en un mero sufridor del protocolo impuesto por la familia y/o un profesional, sino que, por el contrario, se le otorgue un papel activo que fomente la cooperación en este proceso. Sí, esto también es posible con los niños, y de hecho, es muy recomendable. Sin duda, enseñaría a los padres qué alimentos sería aconsejable que integraran no solo en la alimentación del niño, sino en la de toda la familia, ya que el ejemplo funciona mucho mejor que las recomendaciones o instrucciones impuestas de arriba hacia abajo. En el mejor de los casos, la pérdida de peso o la disminución del porcentaje de grasa corporal simplemente serían consecuencias de la introducción de una alimentación saludable y de la eliminación coherente de los alimentos poco saludables. Con esto quiero señalar desde el principio que no hay problema en consumir exclusivamente alimentos saludables. Parte del problema puede surgir del contexto actual, donde predominan las opciones no saludables y donde en muchas situaciones el consumo de estas constituye la norma, lo que exige flexibilidad y/o una gran preparación de parte de quienes no quieren comprometer su salud. Desde este punto de vista, advertiría a todos contra la autodiagnosticación de la ortorexia, y también sería cauteloso respecto a las afirmaciones de profesionales no especializados en el tema (añado, como también mencionó Petra, que actualmente no existen criterios diagnósticos oficiales).


Avanzando en la escala temporal y contextual hacia la época en la que Eszti luchaba contra la anorexia, desde cierto punto de vista fue afortunada, debido a su experiencia previa de "ortorexia", porque probablemente tenía cierto conocimiento sobre alimentos saludables y no los rechazaba indiscriminadamente sin fundamentos científicos, sino que más bien seleccionaba aquellos alimentos muy energéticos y principalmente poco saludables para colocarlos en su lista de prohibiciones (aunque esto debe evaluarse en función del caso concreto). Por supuesto, no es ideal que incluso así haya llegado a una condición que puso en riesgo su vida; sin embargo, para establecer un futuro programa nutricional y garantizar su estado nutricional, resulta ventajoso que probablemente no rechazara todos los alimentos, y es probable que en su alimentación siguieran presentes alimentos que, en términos de calidad, pudieran nutrirla (esto podría verse reflejado en su interés por alcanzar un rendimiento deportivo, lo que podría estar relacionado con hábitos alimentarios más conscientes), aunque no en cantidad o aporte energético. En este caso, es ventajoso porque probablemente había alimentos que Eszti aún aceptaba o consumía, y sobre estos se podría construir y ampliar gradualmente su alimentación. Para mantener a largo plazo los resultados de un proceso de apoyo profesional exitoso, tras o en paralelo con la Terapia Cognitivo-Conductual y/o la terapia familiar ya mencionada por Petra, sería recomendable construir un nuevo sistema de pensamiento, experiencias y prácticas relacionadas con los alimentos, con la participación de un dietista y de todas las personas involucradas en la preparación y el consumo de alimentos.


De la entrevista registrada se desprende que, con el tiempo, Eszti no pudo soportarlo más y derivó en episodios de atracones, caracterizados por la pérdida de control, donde quienes los sufren se sienten terriblemente mal y experimentan una enorme culpa por la comida consumida. Esto podría indicar que su sistema de recompensa reacciona de forma reactiva y clásica, es decir, que es capaz de experimentar cambios, en contraste con los casos de anorexia donde el placer se desencadena más por evitar alimentos de una "lista prohibida". Si este es el caso, aceptar los alimentos y reconstruir un patrón alimentario saludable puede ser mucho más rápido. En resumen, las personas que luchan contra atracones, especialmente si han tenido una anorexia previa, pueden responder aún más rápidamente a la transformación del entorno alimentario y a un entorno social de apoyo, siempre que el programa terapéutico teórico y práctico se elabore e implemente con la debida precaución y, si es necesario, con la participación de profesionales especializados.


(En los párrafos anteriores se plantean varias hipótesis que sería necesario clarificar en el proceso terapéutico actual, además de que se basan en deducciones partiendo de los resultados de investigaciones científicas realizadas en poblaciones promedio. Esto último significa brevemente que pueden darse casos que se desvíen de la población promedio y, en esos casos, las afirmaciones anteriores no necesariamente serían aplicables.)




Notas:



Ortorexia


No existe un diagnóstico oficial reconocido. No obstante, la aplicación crítica y suficientemente selectiva de su definición puede ayudar a identificar prácticas alimentarias que no favorecen la salud.

“El término ortorexia hace referencia al uso compulsivo de alimentos saludables; las personas afectadas son consideradas obsesivas con los alimentos saludables, ya que en su vida la calidad de los alimentos ocupa un lugar central, y los alimentos consumidos deben ser saludables en todo momento.”Es importante preguntarnos si es correcto etiquetar de compulsiva a una persona que simplemente rechaza consumir productos que, desgraciadamente, se consideran norma en muchos entornos sociales, productos que enmascaran alimentos poco saludables y que están compuestos por ingredientes que tarde o temprano se demuestran perjudiciales para el propio organismo.También debemos preguntar qué entendemos exactamente por "nivel de obsesión" y cómo se manifiesta. Por ejemplo, si alguien practica lo anterior sin experimentar tensión interna ni mecanismos de compensación negativos, simplemente aplicando su consciencia de forma activa, y si sus prácticas alimentarias apoyan claramente su vida diaria y su salud, probablemente se encuentre en un nivel más elevado de consciencia y no debamos preocuparnos por unos hábitos que se apartan positivamente de la norma.En cambio, es distinto en los casos que se describen a continuación, donde los patrones de comportamiento y los hábitos no apoyan la salud o, mejor dicho, donde los beneficios obtenidos de la calidad de los alimentos son "neutralizados" por consecuencias psíquicas y sociales negativas.

"Las personas se caracterizan por un plan alimentario extremadamente estricto y compulsivo, miden exactamente las cantidades de los alimentos, los consumen en momentos específicos, siguiendo un horario estricto y un plan elaborado; si se ven obstaculizados, experimentan una fuerte ansiedad y culpa, lo que puede derivar en restricciones aún más severas, incluso en ayuno."



Anorexia nerviosa


Contrariamente a la creencia popular, la anorexia no se debe al ideal corporal distorsionado por los medios de comunicación y, actualmente, por las redes sociales. Esto no significa, por supuesto, que los medios y las redes sociales tengan un impacto positivo en la imagen corporal o en los hábitos alimentarios.Los factores biológicos son determinantes en la aparición de la anorexia.Esto tampoco implica que las burlas y críticas mencionadas por Eszter no puedan empeorar las posibilidades de que una persona predispuesta desarrolle anorexia o agravar el estado de quienes ya la padecen.

En relación con la terapia cognitivo-conductual ya mencionada en el caso de la ortorexia, es importante explorar con la persona afectada, también en el contexto de la alimentación, por qué solo se siente bien si evita consumir alimentos que, según su propio juicio, están en su lista de prohibiciones.Los recientes descubrimientos en neurociencia nos permiten entender que el sistema de recompensa del cerebro, en las personas con anorexia, no premia el consumo de alimentos apetitosos (y calóricos) y la obtención fácil de saciedad, sino precisamente la evitación de estos alimentos.Según los resultados obtenidos hasta ahora en estudios realizados con este enfoque, los individuos son capaces de reconsiderar y modificar este tipo de comportamientos una vez que toman consciencia de que sus patrones de alimentación selectiva y evasiva tienen un impacto negativo en su salud.Como mencionamos anteriormente, esta reconsideración y el cambio en el comportamiento alimentario generalmente son el resultado de un proceso terapéutico prolongado.En cuanto a la imagen corporal, también parece que mediante la reorganización del sistema de recompensa interno y la reconstrucción del sistema de hábitos asociados, la imagen corporal puede restaurarse gradualmente, aunque su modificación directa muestra limitaciones considerables.Por ejemplo, típicamente no funcionan consejos como: “Estás muy delgado, deberías comer más para ganar algo de peso”.


Es importante señalar que en personas con anorexia la tasa de recaídas es considerable. Para prevenirlas, es fundamental la presencia de una red social de apoyo como la que recibió Eszter, no solo a nivel consciente sino también en su implementación práctica.La importancia de la implementación práctica es enorme, por lo que es crucial educar y entrenar a las personas del entorno cercano del afectado (especialmente a quienes tienen una influencia o sirven como modelo) en la gestión y el uso de los alimentos, en la creación del entorno alimentario y en su mantenimiento a largo plazo.


En los casos de personas con anorexia, la cuestión del ejercicio físico también es un tema frecuente cuando se trata de modificar los hábitos. En este sentido, puede ser útil recomendar tipos de entrenamiento anabólico orientados al desarrollo de fuerza y resistencia, donde el objetivo principal sería aumentar la masa muscular en lugar de reducir la grasa corporal.Desde el punto de vista dietético, apoyar y controlar este proceso también es fundamental para evitar recaídas o la aparición de otro tipo de comportamientos compulsivos no necesariamente favorables para la salud.



Atracones


Consumo rápido de una gran cantidad de alimentos en un intervalo de tiempo relativamente corto, por ejemplo, dentro de dos horas, al menos una vez por semana durante un período de tres meses.La sensación de pérdida de control es mucho más determinante que la cantidad de comida ingerida.Los atracones suelen ir seguidos de un gran sentimiento de culpa, pero, a diferencia de quienes padecen bulimia, no se emplean mecanismos compensatorios como el vómito o el uso de laxantes.


Las personas que luchan contra los atracones, a diferencia de quienes padecen estados anoréxicos, generalmente no poseen un mecanismo interno de recompensa asociado a evitar alimentos de una lista prohibida.Aunque no lo mencioné antes, en los atracones de carácter impulsivo sería aconsejable evitar la ingesta en estados emocionales nerviosos o exacerbados, y en su lugar construir la práctica de alcanzar un estado de calma comparable a un pequeño ritual.Para esto también es extremadamente útil contar con la ayuda de un profesional, por ejemplo, mediante el aprendizaje y el desarrollo de la técnica y la capacidad de autoobservación (también en el contexto de la alimentación).


El papel del entorno alimentario no saludable, que explota nuestras vulnerabilidades desde el punto de vista evolutivo, debe ser considerado en el desarrollo y mantenimiento de este trastorno alimentario.Hoy en día nos enfrentamos a una combinación y presentación de productos en la mayoría de los escenarios de nuestra vida diaria que más excitan nuestro sistema de estímulo en el plano de la alimentación.

Durante gran parte de la evolución humana, nunca tuvimos acceso a tanta abundancia, y ahora, por primera vez, ya no necesitamos satisfacer nuestras necesidades inmediatas, lo que en su momento pudo haber significado una mayor probabilidad de supervivencia (es decir, obtener y consumir alimento fácilmente disponible y en su totalidad).Hoy, en el entorno alimentario dominante y poco saludable, este impulso intuitivo está cavando una fosa bajo nuestros pies.Si combinamos todo esto, el resultado es que comemos todo lo que podemos, tan frecuentemente como podemos, para satisfacer los impulsos evolutivos de búsqueda de alimentos, pero sin la capacidad de evitar de forma selectiva los ingredientes nocivos.Vale la pena señalar que, en el caso de alimentos reales, la percepción interna y la regulación del hambre y la saciedad funcionan mucho mejor, salvo casos especiales.



Resumen


El caso de Eszter es especial porque pasó de un estado caracterizado por la privación y el control excesivo a uno caracterizado por la pérdida de control y la impulsividad, para finalmente lograr establecer una relación relativamente saludable consigo misma y con su alimentación en las distintas áreas de su vida.Aunque, basándonos en la información disponible, no necesariamente podemos considerarla 100% recuperada, su caso puede servir de ejemplo positivo para todos: sí, es posible salir de los trastornos alimentarios.






Bibliografía utilizada y recomendada, así como materiales profesionales:

Bibliografía y materiales profesionales utilizados y recomendados en el ámbito de la Psicología:

Bibliografía y materiales profesionales utilizados y recomendados en el ámbito de la ciencia de la nutrición y otras ciencias relevantes:

 
 
 

Comments


bottom of page