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2ª Entrevista - Zsófi: Discriminación doméstica, abusos sexuales repetidos en la infancia y la edad adulta, anorexia nerviosa

  • Foto del escritor: Holicza Róbert
    Holicza Róbert
  • 2 may
  • 18 Min. de lectura


Recomendación de artículo


Zsófi, pastelera de 42 años, se ha visto ensombrecida por un trastorno alimentario desde muy joven. Los comentarios negativos sobre la forma de su cuerpo cuando era niña y los repetidos abusos sexuales en la infancia le han dejado profundas cicatrices. De adulta, su familia menospreció sus decisiones, y su vocación de pianista no fue apoyada debido a prejuicios. También fue víctima de acoso durante sus años universitarios. A lo largo de su vida, ha hecho varios intentos por resolver sus problemas, entre ellos consultar a un psicólogo y completar un curso de entrenador personal. La historia de Zsófi pone de manifiesto cómo los traumas infantiles y de la adultez, así como los trastornos alimentarios asociados, pueden afectar la calidad de vida, y qué dificultades familiares, de pareja, de autoestima y de desarrollo personal deben enfrentar las personas afectadas en el camino hacia la recuperación.



La imagen no representa a Zsófi como una persona real, sino que simboliza a cualquier persona que sufra los síntomas tratados en esta evaluación.
La imagen no representa a Zsófi como una persona real, sino que simboliza a cualquier persona que sufra los síntomas tratados en esta evaluación.


Entrevista con Zsófi


Zsófi tiene 42 años, dos hijos propios y un hijo de acogida. Trabaja a tiempo completo como pastelera y también se ocupa de la casa. Desde muy joven padece anorexia nerviosa.


Sus primeros recuerdos de su aspecto, que le han provocado sentimientos contradictorios, se remontan a los 6 años. Tiene dos hermanos mayores que eran niños de complexión más delgada. Uno de sus dos hermanos es una niña, con la que siempre se ha comparado o la han comparado. Su abuela le preguntaba a menudo (lo que en retrospectiva parece más bien una afirmación): “¿Cómo es posible que tu hermana es tan delgada y elegante y tú tan gordita?”.


De niños, solían ir de vacaciones fuera de Budapest, donde tenían pocos amigos, salvo el vecino, el señor «Sanyi». Como Sanyi tenía animales, los niños iban a menudo a acariciarlos. Sanyi vivía solo y le gustaba la compañía de los niños, incluso demasiado... Intentaba sobrepasar los límites con los tres hermanos. Como Zsófi era la menor y a los 5 años no era capaz de distinguir entre lo que era amistad y lo que era abuso sexual, le dejaba hacer lo que le daba la gana. Fue la primera vez que sufrió acoso sexual. El señor Sanyi la invitaba con frecuencia a su casa y, a veces, también la dejaba entrar en la habitación del fondo, que presentaba como si fuera una recompensa. A menudo salían de su boca frases como: «Este es nuestro secreto», «No querrás que acaricie así a otros, ¿verdad?» o «Si alguien se entera, ya no seré tu amigo»... También solía hacer comentarios sobre el cuerpo de la niña, lo que provocó que desde muy temprano empezara a interesarse por su apariencia. En su adolescencia intentó con frecuencia provocarse el vómito, pero sin éxito.


Sus hermanos se convirtieron en médicos; Zsófi estudió para ser pianista, algo que su familia despreciaba. «Los artistas consumen drogas y no ganan dinero», le decían. Ella se convirtió en la oveja negra de la familia. Durante sus años universitarios también fue víctima de acoso sexual. Había un profesor conocido por coquetear con todas las chicas, y solo se podía aprobar el examen si recibía algún tipo de “compensación”.


  • Zsófi se casó por primera vez siendo relativamente joven, pero no fue fiel en ese matrimonio. No tenía autoestima y siempre buscaba la validación en los demás. Estaba muy insatisfecha con su vida. Se divorció de su primer marido y acudió a un psicólogo. Su objetivo era poder comprometerse y aceptar tanto a sí misma como a su vida. El psicólogo determinó que presentaba varias características propias de la anorexia nerviosa y le recomendó tratarlas, pero ella siempre había “disfrutado” de esa voz interior que le decía que debía adelgazar. «Así siempre tengo motivación para seguir adelgazando», decía. Solo asistió al psicólogo durante tres meses, porque llegó la pandemia de Covid y no quiso continuar las consultas de forma online.

Zsófi realizó un curso de entrenadora personal para poder ocuparse de su cuerpo de manera más consciente y moldearlo más fácilmente para agradar a los demás. En esa época empezó una relación con otro entrenador, y su estado empeoró. Su pareja no la apoyaba en nada, no tenía ni una sola palabra de reconocimiento. Estaba constantemente centrada en cómo podía agradarle a su novio. Por suerte, pronto se dio cuenta de que esa relación la estaba destruyendo por completo y salió de ella a tiempo.


Conoció a su actual esposo, quien, incluso cuando aún solo eran amigos, trabajaba como actor porno. Al principio de su relación, esa seguía siendo su profesión, y con el tiempo pasó a dedicarse solo a la producción de películas. A mí me pareció algo contradictorio que ella, sin tener autoestima, se uniera a alguien que por su profesión ve a muchas mujeres desnudas. Justamente eso fue lo que más le atrajo de él a Zsófi. «Ve a muchas mujeres desnudas todos los días, y aun así está conmigo. Me eligió a mí.»


Hace dos años cambió de profesión y se convirtió en pastelera. Mi primer pensamiento fue que debía de ser muy difícil resistirse a tantas delicias. Le pregunté si no sentía culpa o malestar cuando tenía que probar algo. «No como tantos pasteles. Por suerte tengo autocontrol; cuando mi jefe trae algo que hay que probar, lo pruebo, porque forma parte de mi trabajo. No puedo preparar algo sin saber a qué sabe o cómo debe imaginarse», respondió.


Hasta el día de hoy, su anorexia le dificulta la vida. Si come algo que tiene un poco más de calorías, se obsesiona todo el día, todo su día gira en torno a eso. Se pone una prenda que resalta más su figura, pasa minutos mirándose en el espejo observando dónde se le nota.

No quiere acudir a un especialista, porque teme que sus traumas infantiles resurjan y le compliquen aún más la vida. Además, piensa que puede resolver este problema por sí sola. De adulta le contó a su madre lo que le había pasado de niña en casa del vecino, pero no le creyó, y le echó en cara que seguro se habría dado cuenta si algo raro estuviera ocurriendo allí. No recibió ningún tipo de ayuda de su familia. Todos los días se despierta y se acuesta pensando en cómo se ve…





Evaluación desde el punto de vista psicológico


En las personas que han sufrido abusos sexuales en la infancia, a menudo aparecen más adelante diversos trastornos mentales, así como una relación ambivalente con el cuerpo y problemas alimentarios. El tipo de problema mental que se desarrolla sobre la base del abuso depende de numerosos factores de personalidad y familiares, así como de los recursos individuales.


En la historia de Zsófi se puede observar que ya desde niña recibió muchos comentarios sobre su constitución corporal; su abuela la comparaba constantemente con su hermana y hacía comentarios despectivos hacia ella, de modo que la apariencia física ocupó un papel central en su vida desde la infancia. En las familias donde hay anorexia es frecuente el síntoma de fusión, que significa la permeabilidad o difuminación de los límites entre los individuos. Esto último, por ejemplo, suele manifestarse en que los miembros se ocupan mucho del cuerpo del otro y con frecuencia hacen comentarios sobre ello, como vemos también en el caso de Zsófi. La mencionada fusión es un concepto de la terapia familiar, y también puede referirse a que hacia las relaciones externas la familia está cerrada, no se puede ver dentro de la vida familiar, los límites exteriores son rígidos, mientras que hacia adentro se disuelven. Ocurre que los miembros de la familia usan el cepillo de dientes o la toalla de los demás o incluso no hay puertas en las habitaciones.


Volviendo a Zsófi, puede haber sentido que no podía cumplir con las expectativas familiares, lo cual se reforzaba también con los comentarios relacionados con su vocación. A todo esto se suma que el abuso sexual que sufrió fue una experiencia de pérdida de control tan intensa —es decir, que no tenía influencia sobre los acontecimientos que le ocurrían, y al mismo tiempo no había en su entorno una persona que le brindara seguridad, en quien pudiera confiar y que la protegiera— que pudo haber sido la base sobre la cual se desarrolló la anorexia. Una característica frecuente de esta enfermedad es que la persona siente que no tiene control sobre lo que le ocurre en muchas áreas de su vida, como se ha mencionado anteriormente, experimentando una sensación de impotencia y vulnerabilidad en el día a día. En estos casos, la comida y el peso corporal entran en juego como algo sobre lo que la persona puede ejercer un control muy fuerte, y así puede experimentar al menos en este ámbito el sentimiento de control y competencia que le falta en otras áreas.


Aunque pueda parecer sorprendente, ocurre que las personas con anorexia hornean con frecuencia pasteles con los que cuidan de los demás, pero naturalmente ellas mismas no los comen. A menudo expresan que ya se llenan con el placer de la preparación, el cuidado y los aromas. Para Zsófi, la pastelería se convirtió en su trabajo, donde probablemente puede vivir a diario su experiencia de competencia y control, ya que cada día debe resistirse a los alimentos que tiene prohibidos. Para los padres, también puede ser una señal si su hijo adolescente empieza a hornear regularmente para la familia, sin que él mismo coma de ello.


En el caso de Zsófi, vemos que aunque gestiona su vida, tiene familia y trabajo, sus pensamientos relacionados con la comida y la imagen corporal siguen llenando su vida diaria. Estas son fuentes de estrés tan grandes que pueden reducir significativamente la calidad de vida, como también se desprende del testimonio de Zsófi. Es comprensible que ante un trauma de tal magnitud tenga resistencia respecto a la terapia, sin embargo, a largo plazo, para mejorar la calidad de vida, esta sería la vía más eficaz. Aunque en este momento no esté preparada para procesar los traumas, un grupo dirigido a personas con trastornos alimentarios sin duda sería beneficioso para ella, e incluso podría surgir la opción de una terapia de duelo, ya que el trastorno alimentario y el patrón de pensamiento característico de este casi nunca se curan por completo; la alimentación siempre será un problema para ella, nunca será tan “normal” como para alguien que no lucha con ello. Por tanto, es necesario hacer el duelo de que alguna vez pueda vivir sin que esto le suponga un problema (y paradójicamente, esto mismo puede facilitar que de algún modo llegue a un punto en el que la alimentación sea “normal” para ella, como lo es para quienes no tienen un trastorno alimentario). Si el objetivo es la socialización hacia la terapia, se puede empezar con un consejero de duelo, un psicólogo consejero, y para traumas más profundos, recomendaría un clínico, un psicoterapeuta, y como método, EMDR o brainspotting.




Evaluación desde el punto de vista de la nutrición, en los distintos contextos y sobre la base de los posibles antecedentes psicológicos


Podríamos pensar que el caso de Zsófi es único. Por desgracia, no lo es en el sentido de que, siendo niña, fue colocada en una situación de discriminación negativa por parte de su propia familia o incluso de parientes, debido a alguna característica suya o a la falta de ella. El hecho de desviarse de una norma o de un ideal genera una gran cantidad de comentarios sobre la apariencia física que no son constructivos. La alimentación de una persona que sufre este tipo de discriminación puede inclinarse hacia conductas que ponen en riesgo su salud. El comportamiento alimentario del niño o del adolescente puede desarrollarse en dirección a mecanismos de control compulsivo y compensatorio o, a través de la aceptación interna de la impotencia, hacia una dirección caracterizada por la pérdida de control. Por supuesto, la escala entre estos dos extremos es amplia, e incluye también aquellos casos en los que, en el mejor de los casos, la alimentación del individuo no parece verse afectada por esta comunicación negativa y estigmatizante. Sin embargo, dentro de la relación entre padres e hijos, la falta de comprensión, aceptación y comunicación constructiva, así como un trato deficiente en cuanto a la expresión del amor y la atención prestada al niño, también puede manifestarse más tarde como una adversidad en la alimentación, aunque no haya necesariamente una relación causal entre ambas. No obstante, es común que una influya sobre la otra.

Si como padres detectamos síntomas en el comportamiento y en los hábitos alimentarios (independientemente de lo que pensemos sobre nuestro papel en la situación), es recomendable ejercer la autorreflexión, prestar más atención al niño, conversar con él y, si es necesario, acudir a un psicólogo que nos ayude a comprender y resolver nuestro dilema. En el caso anteriormente expuesto, la alimentación aparece como un síntoma parcialmente inducido por el entorno social, aunque tampoco se puede descartar que el niño, simplemente, reaccione peor que los demás miembros de la familia ante un entorno y unos hábitos alimentarios insalubres en casa, y que esto se refleje antes en su aspecto. Desde esta perspectiva, la alimentación también puede ser una causa, y en términos de salud, no es un factor menor y en ningún caso debe subestimarse.

Un mensaje para los abuelos —pero también para cualquiera que presuponga que todos deberían ajustarse a la norma o encajar en la imagen que esperan—: a pesar de las similitudes físicas y genéticas dentro de una familia, nuestros cuerpos pueden reaccionar de forma distinta ante los estímulos (o la falta de ellos), y desarrollarse de manera diferente a largo plazo como consecuencia de estos. Y eso está bien así. Asociar etiquetas negativas a esto puede ser perjudicial, incluso si solo se hace en forma de pregunta.



Evaluación específica del caso de Zsófi


A continuación, mantengo el enfoque cronológico y contextual utilizado en la primera entrevista. También en este apartado parto de cuestiones psicológicas para comprender mejor el problema de base y la cadena de acontecimientos, pero el foco estará ahora en la alimentación y en la interacción de estos factores.



Aceptación, conformidad, atención, discriminación


En mi lectura, Zsófi, en su infancia, podría haber recibido más atención, aceptación y un enfoque constructivo hacia su “gordura”, si esta realmente era de tal magnitud como para representar un riesgo para su salud. Al mismo tiempo, la discriminación negativa y los comentarios, traducidos al lenguaje infantil, pueden significar una menor aceptación o una necesidad de cumplir con ciertas expectativas, o incluso una negación total de esta posibilidad (en comparación con sus hermanos, que funcionan como base de comparación).

Como también se menciona en la entrevista, de niña Zsófi no podía distinguir entre la amistad (aceptación, que no recibía por parte de su familia), la sexualidad y el abuso sexual. No sabemos cuánto le decía el señor Sanyi a Zsófi lo que ella quería oír, pero lo cierto es que se aprovechó del hecho de que emocionalmente Zsófi no recibía todo lo que necesitaba en casa, y logró generarle una sensación (aunque falsa) de aceptación y de cumplimiento de expectativas.

Naturalmente, no sirve de mucho culpar a los padres, diciendo que la falta de su aceptación y cuidado fue una parte esencial de lo que ocurrió. Sin embargo, si en una terapia familiar conjunta se llegara a reconocer algo así, esto sería sin duda clave y podría proteger a otros niños de vivir traumas similares.



Imagen corporal, trauma, mecanismos de compensación


Zsófi también recibía comentarios sobre su cuerpo por parte del señor Sanyi, lo cual probablemente contribuyó al desarrollo de una imagen corporal distorsionada. El recuerdo traumático de lo sucedido con el señor Sanyi pudo haber jugado un papel importante, en las décadas siguientes, en la fijación y profundización de los mecanismos de control y/o compensación que Zsófi desarrolló en su alimentación. Dado que los padres no percibieron lo ocurrido, o no tomaron en serio las señales de los niños (sabemos que el señor Sanyi también intentó propasarse con los otros), la falta de procesamiento del trauma pudo haber agravado aún más su estado, y así fue que, años más tarde, el psicólogo le advirtió sobre la posible presencia de anorexia nerviosa. Es importante subrayar que el hecho de que el trastorno fuera detectado en ese momento no significa que haya comenzado entonces, ni que podamos permitirnos esperar para actuar. Si, en los años posteriores al abuso sexual, las personas cercanas a Zsófi hubieran notado los cambios progresivos en su cuerpo y comportamiento, probablemente habría tenido más posibilidades de iniciar un proceso terapéutico mucho antes.



Miedo asociado, extinción de la respuesta al recuerdo del trauma, sustitución de asociaciones negativas con la alimentación por recuerdos positivos, despertar de la motivación interna


En una práctica terapéutica basada en el enfoque del título, nuestra principal tarea desde el punto de vista nutricional habría sido eliminar y limpiar las etiquetas acusatorias y autodestructivas asociadas por ella a los alimentos saludables vinculados a su imagen corporal no aceptada. En la práctica, esto significaría que, dentro del marco de una psicoterapia, mediante la narración y revivencia de las necesidades probablemente no satisfechas durante su infancia y de las situaciones que le causaron dolor emocional (como la falta de aceptación o de atención), se trataría de reducir el miedo hacia la imagen corporal que le resultaba repulsiva y el sentimiento de no ser aceptada. En cuanto al abuso vivido en la infancia, hablar de ello repetidamente puede ayudar a reducir progresivamente la sensación de miedo (y los comportamientos de compensación asociados). Me refiero aquí al efecto práctico de permitirnos revivir verbalmente los hechos traumáticos una y otra vez: con el tiempo, la reacción de miedo generada por el organismo va disminuyendo.


Paralelamente, debemos procurar que las prácticas alimentarias se desarrollen en un entorno social positivo y de aceptación, y que la preparación y el consumo conjunto de alimentos saludables se normalicen, subrayando que con ello se está cuidando a sí misma, lo cual puede acelerar significativamente el proceso de recuperación. En este proceso, también es importante tomar conciencia de que el pasado de Zsófi no es su presente, y que ni entonces ni ahora fue culpable su cuerpo ni su persona por lo que le ocurrió. Por lo tanto, “no debe castigar” ni a los alimentos que la nutren ni a sí misma dejando de consumirlos. Evidentemente, aunque esto se explique repetidamente, seguiremos encontrándonos con resistencias. Para evitar esto, dentro de la psicoterapia o mediante una entrevista motivacional, es necesario llegar al punto en que sea ella misma quien quiera el cambio y la recuperación, despertando su motivación propia hacia la salud y una alimentación saludable, sin imponer una comunicación autoritaria y controladora desde fuera. Es fundamental evitar cualquier tipo de imposición o presión durante las prácticas.


Un posible objetivo —que aún hoy sigue siendo válido— sería hacerle ver a Zsófi que consumir alimentos saludables sin un control obsesivo de las calorías representa también un tipo de cuidado hacia uno mismo. Menciono las calorías porque la huida de los alimentos con alto contenido energético suele ser un tema central en personas con anorexia, y también aparece de forma indirecta en Zsófi a través del pensamiento constante de querer adelgazar. Incluso si uno desea perder peso, es importante aprender a reconocer qué hace que un alimento sea saludable y apto para nutrir nuestro cuerpo, incluyendo los alimentos saludables y energéticamente densos. La perspectiva de la salud física y mental debe tener prioridad por encima del objetivo de perder peso, y debería ser este último el que se persiga principalmente. El contenido calórico de los alimentos no proporciona información significativa sobre si son saludables o no; de hecho, muchas veces resulta engañoso y supone una pérdida de tiempo diario que no contribuye a reconstruir una imagen corporal sana.


Volviendo al tema de la nutrición, como ya mencioné, alimentarnos es una forma de cuidarnos. Cuidamos de nosotros mismos porque nos amamos, no porque nos odiamos, lo que equivaldría a no comer y a desnutrir nuestro cuerpo, tanto desde el punto de vista cuantitativo como, en muchos casos, cualitativo (la alimentación basada solo en las calorías también entraña este riesgo). Si nosotros no tomamos la iniciativa de nutrirnos realmente con alimentos de calidad, es poco probable que otro lo haga por nosotros (especialmente en la adultez), y que nos ame o nos acepte en nuestro lugar, con ese cuerpo cuya estructura y funcionamiento diario están profundamente influenciados por la alimentación.


No elijamos alimentarnos bien y evitar el deterioro de nuestro cuerpo por la aceptación o el amor de los demás, sino por nosotros mismos.



Liberar la asociación entre los alimentos saludables y el miedo (imagen corporal, trauma), sin dejar de considerar también la evitación de alimentos no saludables


Anteriormente hablé sobre cómo abordar la relación entre los alimentos saludables y el miedo asociado a ellos (en relación con la imagen corporal y los traumas). Sin embargo, a medida que el proceso terapéutico avanza, también es necesario hablar del hecho de que no hay ningún problema con evitar alimentos no saludables —especialmente si estos también despiertan miedo o recuerdos negativos—, ya que en esos casos también puede ser necesario extinguir las asociaciones emocionales negativas vinculadas a ellos. Esto es algo que no se puede repetir lo suficiente: si evitamos ciertos alimentos, hagámoslo por nosotros mismos, y no por la aceptación o el amor de los demás.


Puede ser útil, aunque no siempre eficaz, que como resultado parcial de la terapia la persona ya no rechace los productos no saludables por las antiguas reacciones de miedo asociadas a ellos, sino como una decisión racional (por ejemplo, no consume un producto porque representa un riesgo para su salud). En este caso, la decisión se basa en hechos objetivos. Sin embargo, esta dirección y este enfoque deben evaluarse cuidadosamente en función del estado emocional de la persona implicada, ya que tampoco es nuestro objetivo que el miedo simplemente cambie de objeto.


Simplificando y resumiendo una vez más: alrededor de la alimentación saludable debemos construir una experiencia positiva (social), y lograr que Zsófi, al pensar en la comida, no piense automáticamente en la reducción de peso ni en las reacciones corporales impulsadas por el miedo, sino en el acto de nutrirse a sí misma y en los nuevos recuerdos positivos asociados (y en las respuestas corporales que estos evocan).



Patrones relacionales y alimentarios y sus tendencias


Para tener una imagen más precisa, sería necesario conocer qué ocurrió entre la infancia y los años universitarios. Concretamente, si hubo intentos por comprender o tratar los síntomas de anorexia que probablemente comenzaron a desarrollarse, y cómo se alimentaba durante ese período. También sería importante saber si el control sobre sí misma se intensificó tras el segundo episodio de abuso y durante el inicio y final de su matrimonio.


Más allá de eso, también es relevante su relación más reciente y breve, donde volvió a dejarse a sí misma en segundo plano o sintió que no era igual de aceptada e importante. Las experiencias negativas de Zsófi en las que se anuló a sí misma, y los patrones relacionales que derivan de ello, son relevantes también porque pueden arrastrar sus hábitos alimentarios hacia abajo, y, con el deterioro del estado de salud, puede surgir un proceso en el que ambas dimensiones —relacional y alimentaria— se retroalimentan negativamente.


Fuera del proceso terapéutico, cuando los acontecimientos ocurren de forma más espontánea, en la vida cotidiana también conviene prestar atención a resaltar las situaciones y períodos positivos relacionados con la alimentación, con especial énfasis en la compañía de amigos y familiares que sirvan como ejemplos útiles hacia la mejora. Así, la alimentación y, más concretamente, la alimentación saludable se asociarán cada vez más con experiencias positivas y memorias accesibles, que con el tiempo podrán superar las asociaciones negativas vividas en la familia (estigmas, carencias) o los traumas sufridos fuera del entorno familiar.



Un sistema de alimentación para toda la vida en lugar de una dieta, narrativas internas cambiables, apoyo mutuo


Como reflexión final, si Zsófi decidiera realmente volver a abordar su pasado —algo que, según las investigaciones, ayudaría a que pudiera vivir una vida más plena y libre tras finalizar el proceso terapéutico—, sobre la base de la psicoterapia y del método elegidos con conocimiento de toda esta información, recomendaría establecer un sistema alimentario sostenible para toda la vida.


Esto evitaría que se aferrara de forma compulsiva a la evitación de calorías u otras estrategias que, aunque parecen ofrecer seguridad, no aportan nada realmente significativo y solo le restan placer a la vida y a la alimentación, infiltrándose en la rutina diaria como ladrones de tiempo, y manteniendo viva esa vocecita interior que “ama” la idea de seguir adelgazando.


Zsófi, y todas las personas que luchan con dificultades similares, no deberían dejar de repetirse:


«Mi trauma no soy yo. El trauma fue la falta relativa de capacidad para responder de forma adaptativa a determinados acontecimientos o situaciones. En aquel momento no pude reaccionar como era necesario, pero hoy puedo hacer todo lo que esté a mi alcance para responder adecuadamente si enfrento una situación parecida.»


Si traduzco esto al ámbito de la alimentación, ampliándolo un poco:


«Mi alimentación actual o pasada no me define (al menos no en un sentido inmodificable), por lo tanto no tengo por qué continuar con prácticas de control o compensación que puedan amenazar mi salud o mi vida, solo porque lo haya hecho así hasta ahora. Puede que simplemente hasta hoy no haya contado con las herramientas ni el apoyo necesarios para resolver mi problema paso a paso.»


Cambiemos nuestras narrativas internas, esas que parecen inmutables y que nos limitan, en lo que respecta al pasado, al presente y al futuro. Esto es necesario también en nuestras elecciones y gestos alimentarios.


Confío en que la relación actual de Zsófi —una relación que la apoya y la fortalece— pueda ayudarla (y que no sea solo ella quien sostenga esa relación) en este proceso hacia una vida cotidiana más libre.







Fuentes utilizadas y recomendadas, así como materiales profesionales



Fuentes utilizadas y recomendadas pertenecientes al ámbito de la psicología:


La psicología de la alimentación (Az Evés pszichológiája, Kohlné Dr. Papp Ildikó)


Directrices y recomendaciones para el tratamiento de los trastornos alimentarios (2017)(Irányelvek és ajánlások az evészavarok kezelésében, Túry Ferenc, Szumska Irena, Pászthy Bea, Purebl György) https://shorturl.at/7A7d2


Sanar el alma hambrienta (2015) (Az éhes lélek gyógyítása, Lukács Liza)


El pasado grabado en nosotros (2011)  (A belénk égett múlt, Bagdy Emőke, Koltai Mária, Pál Ferenc, Popper Péter)




Fuentes utilizadas y recomendadas que abarcan la psicología, otras disciplinas relevantes y su relación con la nutrición:


Relación entre los trastornos alimentarios y el trauma sexual (2015) (The relationship between eating disorders and sexual trauma, Madowitz J, Matheson BE, Liang J.) https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25976911/


Abuso sexual y el desarrollo de la anorexia (2023) (Sexual Abuse and the Development of Anorexia)


Impacto del abuso sexual infantil en la anorexia nerviosa (2006) (The impact of childhood sexual abuse in anorexia nervosa, Jacqueline C. Carter et al.)


El método de la amabilidad / La última dieta (2023) (Shahroo Izadi, The Kindness Method / The Last Diet)


La comida alivia el dolor del abuso sexual (Food Soothes Pain of Sexual Abuse)


¿Qué le sucede a un niño después de sufrir abuso sexual? (2015)  (What happens to a child after he/she suffers sexual abuse? Dr. Natalia Tapia)


Eliminar miedos y traumas según la neurociencia moderna (Erasing Fears & Traumas Based on the Modern Neuroscience of Fear, Andrew Huberman, The Huberman Lab Podcast)


Mi dieta cojea: los mitos sobre nutrición que te han hecho creer (2016) (Mi dieta cojea, Aitor Sánchez García)


¿Por qué las cebras no tienen úlceras? (2004) (Why Zebras Don’t Get Ulcers, Robert M. Sapolsky) https://books.google.hu/books/about/Why_Zebras_Don_t_Get_Ulcers.html?id=EI88oS_3fZEC&redir_esc=y


El mejor cerebro: supera la ansiedad, combate la depresión y reduce el TDAH y el estrés con nutrición (2021) (The Better Brain, Bonnie J. Kaplan, Julia Rucklidge) https://play.google.com/store/audiobooks/details?id=AQAAAECcLj9usM


Pierde grasa con comida real, Carlos Ríos, dietista-nutricionista


¿Por qué hacemos lo que hacemos? (2018) (Pourquoi faisons-nous ce que nous faisons?, Edward Deci)


Trastornos de la alimentación – NIMH (Eating Disorders, National Institute of Mental Health)


Trastornos de la alimentación: reconocimiento y tratamiento (2017–2020) (Eating disorders: recognition and treatment, NICE guideline [NG69])


El papel del dietista dentro de la terapia familiar para la anorexia nerviosa (The Role of the Dietitian within Family Therapy for Anorexia Nervosa)


El papel de la nutrición en el tratamiento de los trastornos alimentarios (2024) (The Role of Nutrition in Eating Disorder Treatment, Jillian Lampert)


Dietética práctica (2004) (Gyakorlati Dietetika, Erdélyi Alíz, Gaál Jánosné, Horváth Zoltánné, Kiss Erika, Mák Erzsébet, Pálfi Erzsébet, Veresné Bálint Márta, Semmelweis Egyetem)


Evitación de alimentos en la anorexia nerviosa: factores asociados y predictivos (2023) (Food avoidance in anorexia nervosa, L. Di Lodovico et al.) https://link.springer.com/article/10.1007/s40519-023-01545-4#Sec6


Preocupaciones compartidas y oportunidad para la acción conjunta en crear un entorno alimentario saludable (2018) (Shared Concerns and Opportunity for Joint Action in Creating a Food Environment That Supports Health)


Come comida real: una guía para transformar tu alimentación y tu salud (2019) (Come comida real, Carlos Ríos)


Enganchado: la comida, el libre albedrío y cómo las grandes empresas alimentarias explotan nuestras adicciones (2021) (Hooked: Food, Free Will, and How the Food Giants Exploit Our Addictions, Michael Moss)


Alimentación saludable y trastornos alimentarios: anorexia, bulimia, atracones (Healthy Eating & Eating Disorders - The Huberman Lab Podcast, Andrew Huberman, Professor of Neurobiology and Ophthalmology at Stanford School of Medicine


 
 
 

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